martes, 8 de noviembre de 2016

Adiós, redes sociales, adiós

No me voy de Blogger, ¿eh? Sólo que lo sepáis. Pero sí me he ido de casi todas las demás. Y ha sido un gustazo.

Os cuento: me he hartado. Tal cual.

Es que parece que si no tienes cuenta en todas las redes sociales (y te apuntas a todas las que aparecen) no eres nadie, o eres un fracasado, o tienes una vida muy aburrida, o no tienes vida social (¡Mayday, mayday, que alguien vaya a por las sales, YA!).

Respecto a lo primero, soy alguien. Respecto a lo segundo, ¿definición de fracasado? El tercer y cuarto puntos van a ir juntitos: pues yo me lo paso bomba con mi gente. 

Vale, de acuerdo, quizás no sea alguien famoso (que, si tenemos en cuenta lo que se luce en los programas de famoseo, mejor no serlo), ni rica (eso sí es una putada), ni me muevo en esos círculos VIP en los que dicen que hay gente interesante y rica que no es famosa (eso puede ser cierto, pero lo de interesante seguramente sólo podrá aplicarse a una minoría), pero no me considero una fracasada. Cierto, cierto, estoy en paro y arrastro además otras complicaciones que no voy a entrar a enumerar ahora (no, lo de la soltería maternal no es una de esas complicaciones silenciadas, mírate el título del blog, anda), y, encima, mis éxitos no aparecen en ninguna clase de publicación de mayor o menor tirada o más o menos especializada... ¿Y qué?, ¿tengo que aullarlos en alguna red social para que sean más reales? ¿Dejarán de existir si no los anuncio a bombo y platillo en todas partes? Eh... Pues no. No los he publicado en ningún sitio y aquí siguen, haciédome la ola y dándome palmaditas en la espalda porque yo lo valgo.

Y no me aburro y sí tengo vida social. Intensa, diría, aunque sólo sea porque tengo la fortuna de haber nacido en una familia superpoblada (lo que pasaba antes, que los abuelos no tenían tele y, ya se sabe, se entretenían de otras maneras) con trece tíos y veintinueve primos consanguíneos, sin contar parejas de ninguno de ellos ni los críos de mis primos, además de tener tres hermanos y mis padres (que podían haberlo pasado un poquito mejor y darme una hermana, cagüenlaleche de tanto niño, hombre ya). Vamos, que en la última comida familiar que organizamos, no éramos todos y éramos ochenta (fue en un restaurante, sí, lo de cocinar para ochenta no lo llevamos bien ninguno)

Pero esperarsus, que revisando mis grupos de whatsapp resulta que, en el ámbito familiar, sólo tengo un grupo de primos y otro de primas (que somos más y nos lo pasamos mejor), pero en el ámbito de las amistades tengo tres grupos de amigos con los que hablo a diario y los veo casi todas las semanas. Pues va a ser que mi vida social no depende de mi familia, no.

 No obstante, lo que realmente me molesta (hasta grados que no sospechaba ni yo misma) es la presión de todo orden para que tengas cuenta en cuantas más redes mejor. Voy a decirlo suavemente: reacciono mal a la presión social (como si no se notara en mis anteriores posts). Como que es contraproducente, en mi caso. Como que me voy en dirección contraria, y si no te he partido la cara en el segundo inmediatamente anterior es porque eras un anuncio y no conozco al publicista que te ha diseñado. Lo cual no quita que en el proceso de darme media vuelta y dejarte a mi espalda grácilmente, cual bergantín cortando el oleaje, no te ponga a parir, de vuelta y media y a caer de un burro en menos que canta un gallo porque me has tocado la moral y me doy el gusto.

Incluso, y eso sí ya me revienta cosa mala, si no tienes cuenta en las redes sociales, eres menos visible en este mundo nuestro de la era de la información y te resulta más difícil encontrar trabajo. Tócate los innombrables, Manolo. Ahora resulta que para encontrar trabajo tengo que violar mi intimidad por mi propia mano, en todas partes y sin cobrar. Ya puedes esperar sentado, amigo mío, que de mí no lo vas a ver.

En resumen, que la única razón por la que no he cancelado todas mis cuentas (y tal cual lo digo en el perfil de la única cuenta que mantengo) es porque mi familia y mis amigos emigrantes (a los que no veo tan a menudo como me gustaría, que viven en el extranjero) cuelgan unas fotos muy chulas y me mola mil vernos haciendo el payaso en cuanta ocasión se presenta. 

Y os digo otra cosa: con cada cuenta que cerraba, mejor, más a gusto y más libre me sentía. Si lo sé las cierro antes. 

Abolición de la tiranía de las redes sociales: check.