miércoles, 25 de enero de 2012

Igualdad

Eso de lo que tenemos o hemos tenido hasta hace poco un Ministerio. Porque las mujeres queremos tener los mismos derechos y libertades que los hombres y queremos cobrar lo mismo por el mismo trabajo y no nos da la gana que venga cualquiera y, por ser hombre, nos pueda partir la cara porque es nuestro padre, marido, hermano, tío, primo o el grado de parentesco que uno prefiera. Porque queremos que se nos trate con la misma dignidad que ellos dan por sentada y reciben sin que parezca nada del otro jueves. Porque queremos que se nos respete, en pocas palabras, ni más ni menos que a cualquier tío de la calle.

Y luego viene el Ministerio de Igualdad (o el de la Mujer, aún no lo sé del todo) y, como no sabe cómo hacerlo, cae en la sobreprotección paternalista y, en lugar de obtener igualdad, obtenemos lo que se ha dado en llamar discriminación positiva.

Con esta discriminación positiva, ahora resulta que tiene que haber tantos hombres como mujeres en los puestos directivos de las empresas y gobiernos, sin empacho de que unos y otras sean completos inútiles que están ahí para hacer bulto en muchas ocasiones. Porque es políticamente correcto, en suma, aunque sea un dispendio engorroso e innecesario, o aunque nadie crea realmente que esas mujeres van a hacer un buen papel. 

miércoles, 11 de enero de 2012

Año Nuevo...

No voy a terminar el dicho como se suele hacer. Entre otras cosas, no tengo nueva pareja, nueva familia ni nuevo trabajo (y esto último cómo jode). Tengo mi vida de siempre, con mis obligaciones de siempre y con mis sueños, fantasías, pajas mentales y ambiciones de siempre. Y con los problemas de siempre.

¡Ahí va! ¡Tengo miedos nuevos! El miedo de que se me acaben los ingresos que tengo, que son pocos y cobardes y les quedan dos telediarios, y no pueda colaborar lo poco que ya colaboro en la economía doméstica. Hoy por hoy, es lo único que me quita el sueño.

Bueno, eso y la acidez de estómago que se me pone en las tripas cuando me paso una mañana entera dándole a las webs de empleo y no me sale nada y, si me sale, me como los mocos igual porque a nadie se le ocurre llamarme. 

A veces me pregunto si es porque estoy poco preparada, porque lo estoy demasiado (no es coña, me lo han llegado a decir, aunque yo me haya quedado bocas) o porque yo como persona tengo algún fallo que me impide encontrar un empleo (lo de estable vamos a dejarlo para más adelante y lo de bien remunerado en el apartado de ciencia ficción).