¡Qué gonito me ha quedado el títuloooo!
Sí, estoy viva, lo que son las cosas.
Dicho esto, pasaremos directamente a lo que quiero comentaros en el post de hoy (y quién sabe si de este año).
Pues, veréis, como ya sabréis, hay por ahí una Miniyó (que me cumple doce años en dos semanas y mide ya metro sesenta y tres, la jodía) que en el transcurso de su evolución y crecimiento no para de hacerme preguntas. Algunas son preguntas típicas y tópicas que todos hemos hecho en algún momento de nuestra infancia a nuestros padres, muchas son ¿por qué? cuando no quiere hacer algo y presiona a ver si me pilla en un renuncio, y otras no tienen ningún sentido, como por ejemplo: mamá, ¿qué harías si te encontraras en el súper con los zombies de The Walking Dead?. Cuando a) no vemos la serie, b) me importa un pepino, y c) ¿a qué coño viene esto ahora?
Pues el otro día me preguntó por mis parejas, pasadas y futuras (no, en el presente no gasto). Yo le contesté como buenamente pude, lo más brevemente posible (sí, porque interrumpe constantemente para hacer más preguntas sobre cosas vagamente relacionadas con el tema, como: mamá, ¿quién te gusta más: Iron Man o Thor?) y volví a mis sudokus. Pero se me quedó el tema en la cabeza. Mis antiguas parejas y las futuras... Y de repente llegó otra vez la Miniyó y me preguntó cuál de mis antiguas parejas me había gustado más. Así, porque salta de una cosa a la otra como una pulga en un festival canino.