miércoles, 7 de diciembre de 2011

... Vuelve a blogspot

Madre soltera, rolera y hetera... empezó en el 2006, se llamaba Alimento para Morkocks y la verdad es que nunca tuvo mucho éxito. Como muchas cosas, empezó con muchas buenas intenciones que se quedaron en nada. Además, a pesar de empezar en blogspot, se mudó a wordpress... y ahora vuelve a blogspot, de donde quizás nunca debió marcharse.

O quizás a donde nunca debería volver, quién sabe.

En fin, cinco años, dos mudanzas de site, tres de domicilio geográfico y unos cincuenta posts después, Madre soltera, rolera y hetera sigue siendo un blog con poco o ningún éxito. ¿Por qué? 


¡Uf! Por tantísimas cosas. Empezando por ser inconstante en la publicación de mis posts, por colgar cosas que, seamos francos, a nadie salvo a mí le importan un carajo, porque soy una SEO pésima (si es que siquiera se me puede aplicar el título) y por infinidad de razones. 

Si he de ser sincera, dejando de lado mi afán de protagonismo y de ser admirada, la verdad es que me la repanfinflan bastante las razones por las que no he tenido éxito. Al igual que me la repanfinfla mucho no tener éxito. Me hago pajas mentales pensando que mi siguiente post va a ser la repanocha y me van a caer comentarios a espuertas, todos halagadores, por supuesto; que seré la antorcha que inspirará la revolución social de la que estamos tan necesitados y me aplaudirán y denostarán a partes iguales.

Y va a ser por esas pajas mentales que me hago que nunca llego a nada, porque sólo de pensar en que un huevo de gente sepa de mí y me señale con el dedo eliminando mi anonimato y mi privacidad, se me van las ganas. 

Quiero ser famosa, admirada, envidiada (¿por qué no?), aplaudida y, ya puestos, millonaria tampoco estaría mal. Pero si hay algo que me gusta de mi vida es salir a la calle y ser una jeta anónima. Estar ahí y que la gente ni se entere, permitiendo que sea yo la que entre en sus mentes, la que lea los hechos, las actitudes, los gestos y, equivocada o no, saque sus propias conclusiones sin que nadie se entere. Eso es lo que me gusta. Pero si todo el mundo sabe quién soy, ya no puedo y, si no puedo, ya no mola. 

Madre mía, acabo de descubrir que soy exhibicionista y, ahora, además, voyeur. A que voy a estar enferma...

Son dos deseos absolutamente contrapuestos, completamente divergentes, pero los tengo los dos. Ahora es el momento de que el psicólogo de turno me diga que puede conciliarlos por un módico precio, pero, aviso, no voy a soltar ni un duro y las especias están reservadas.

En cualquier caso, la verdad es que no me supone ningún problema convivir con dos deseos tan contradictorios. Primero porque el anonimato es algo que ya tengo y me encanta conservar y segundo porque ya he asumido que lo del famoseo, la admiración y el resto de la lista jamás van a formar parte de mi vida. 

Y, si pensáis que eso es derrotismo, desengañaos. Saber que no voy a conseguirlo nunca me quita un peso de encima, porque ya no tengo la obligación de partirme los cuernos con todo diso para ser famosa, porque no habrá paparazzis ridículos en la puerta de mi casa preguntándome por mi vida privada (como si le importara a alguien además de a mí), porque me pondré la ropa que me dé la gana y sólo me plantearé gustarle al espejo (o sea, a mí) y quizás también a mi Socio Sentimental, porque haré y diré lo que me dé la real gana y nadie me señalará con el dedo porque a nadie le importará un carajo... Porque seré feliz, en suma, con mis pequeñas cosas de cada día y podré mandar a la mierda al más pintado sin tener que plantearme cómo afectará eso a mi imagen pública, ¡porque no tendré imagen pública!

Si alguna vez el mundo y yo tenemos la desgracia de verme convertida en alguien famoso, os aseguro que esa desgracia la pagará muy cara mucha gente, empezando por esos periodistuchos que hacen todas esas preguntas ridículas sobre si te has cortado el pelo o teñido las cejas, siguiendo con los fans (que no durarán mucho, no os preocupéis) y acabando con todo diso que se me acerque porque da la casualidad de que estoy en mis quince minutos de fama. 

Ahora mismo no me hace falta nada para ser feliz, porque lo tengo todo. Tengo salud, tengo un Socio Sentimental que está como un queso y es un hacha en la intimidad, tengo una Miniyó preciosa que me marea y me lleva por la calle de la amargura con el puñetero genio que gasta, pero se parece a mí y eso compensa (y, encima, narcisista); tengo una familia grande y extensa a la que quiero y que, incomprensiblemente, me quiere a su vez (y además me aguanta); tengo amigos (aunque no sé ni cómo coño los he conseguido ni cómo leches los conservo) que también me quieren, me respetan, me aguantan y hasta me llaman para tomar cafés... 

En la parte negativa, estoy en paro, como una cantidad pasmosa de gente de nuestro país; y tengo un montón de problemas para llegar a fin de mes, como otra cantidad igualmente pasmosa de gente de todo el mundo; y por estas dos razones me veo imposibilitada de irme a vivir con mi Socio Sentimental, lo cual reconozco que fastidia lo suyo. Pero, a pesar de todo eso, soy feliz. 

Tengo una vida por demás rutinaria, con menos sorpresas que una novela romántica y ejerzo de ama de casa porque algo hay que hacer para no aburrirse... Y soy feliz.

¿Y sabéis qué os digo? Que ya me vale.

1 comentario: