sábado, 2 de junio de 2012

Se siente atacada

Y mucho. Estoy cansada de oír y ver por todas partes propaganda a espuertas. Gente que te dice que no eres lo bastante joven, ni lo bastante bonita, ni lo bastante sana... Y luego los sucesivos gobiernos españoles diciéndome que no soy lo bastante inteligente para quitarlos de en medio... Pero éste es otro tema.

Volvamos al origen. 

Me gusta escuchar la radio y ver la tele como al que más, pero ODIO que en cada pausa publicitaria me bombardeen con publicidad de cosméticos en el que salen súper modelos que NO necesitan esos cosméticos, porque gozan de un cuerpazo por genética. O de un rostro perfecto, o de un cutis ideal, o vaya uno a saber qué. O, en versión únicamente sonora, voces sensuales que te dicen que tu problema son tus propias hormonas porque a partir de determinada edad el cuerpo ya no reacciona como si fueras una adolescente.

Permítanme una pequeña noticia, señores publicistas: la mayoría de las mujeres a las que dirigen sus anuncios NO son adolescentes y se mueren de envidia cuando piensan que no tienen la más remota posibilidad de parecerse a esas preciosas mujeres con preciosos cuerpos ni haciendo un uso masivo de todos los medios cosméticos al alcance de la humanidad, incluyendo la cirugía si es menester. Y a ustedes les encanta eso, claro, eso es exactamente lo que hace que sus víc... sus clientas compren sus productos.

Pero, verán, a mí lo que me toca realmente las pelotas es que lo que me venden realmente no es su producto (que es lo que les genera beneficio, claro), sino la idea de que necesito su producto. Porque no soy lo bastante bella, ni lo bastante joven, ni lo bastante esbelta, ni lo bastante ágil, ni lo bastante alta... Porque no soy una puta barbie, en resumen.

ESO es lo que venden ustedes, la idea de que somos imperfectas, de que no ligamos ni nos realizamos como mujeres porque no usamos sus productos, que prometen una antinatural juventud eterna.

A la vez, venden una idea aún más insidiosa, a saber: que tenemos la obligación de ser eternamente jóvenes y bellas o no valemos un duro.

Y, aunque sirva de poco o nada, me voy a dar el puto gusto de decirles que cojan sus campañas publicitarias y se las metan enteritas por el culo. Aunque me convierta en caso único, sus anuncios lo único que hacen es provocarme urticaria y vomitera, lo cual es un coñazo cuando una está conduciendo de camino al trabajo, por cierto.

Y se preguntarán por qué sus campañas perfectamente planificadas causan ese efecto tan totalmente opuesto a su propósito. Y, no se preocupen, que yo se lo explico.

Verán, se da el asombroso caso de que me gusto tal cual soy. No cambio mi aspecto adulto por una adolescencia escultural que, de todas maneras, tampoco tuve. ¿Por qué razón? Porque cada uno de mis cambios externos representa un cambio interno que me ha llevado adonde estoy, que son la plenitud y la plena aceptación de mí misma.

¿Quiere decir eso que no me cuido y que no hago ejercicio o que no busco conservar lo que tengo? Pues no. Quiere decir que no me preocupo por el paso del tiempo hasta el extremo de querer detenerlo. Sí, uso cremas, pero no me importa en lo más mínimo que no tengan un efecto rejuvenecedor espectacular. Sólo las uso porque cuido mi piel, la mantengo hidratada y nutrida y firme, y no sólo con cremas, sino con una nutrición equilibrada y una sana ración de ejercicio.

Y ahora es cuando los publicistas de las cadenas de cosméticos se llevan las manos a la cabeza y dicen que me estoy contradiciendo. 

Pues no. 

Lo que hago es cuidar mi salud, para que mi cuerpo me dure en el mejor estado posible durante el mayor espacio de tiempo posible. Pero no pretendo en ningún momento detener el tiempo, ni ser eternamente joven ni tener un cuerpazo que no voy a tener ni aunque me pase el resto de mi vida en un gimnasio (cosa que no pienso hacer). Pretendo vivir bien con lo que tengo. 

Y cuando una quiere lo que tiene (como cuando quiere lo que hace), de repente muchas cosas se vuelven superfluas. Como esa estúpida noción de que las mujeres tenemos la obligación de tener quince años toda la vida.

Indudablemente, en términos de madurez, sería ideal para muchos hombres que nunca han superado esa edad aunque su partida de nacimiento diga otra cosa. Y, por supuesto, para las cadenas de cosméticos, ropas y demás zarandajas, sería el chollo perfecto, porque seríamos una colección de idiotas permanentes que consumiríamos sus productos compulsivamente, sólo porque los anuncian.

Tal como está evolucionando y siendo manipulada la sociedad (y ya me extenderé sobre eso otro día), es evidentemente el camino que se seguirá y el resultado que se persigue. Y el que se obtendrá, no nos engañemos.

Pero cuidado. Siempre habrá mujeres que no se sentirán compelidas a consumir productos de belleza sólo porque un anuncio se lo diga. Siempre habrá mujeres que se sentirán felices de ser adultas y maduras, de ganar en sabiduría y experiencia sin molestarse en aparentar una edad que superaron hace más de media vida. Y, todavía más cuidado, esas mujeres no serán únicamente de ésas sobradas de pasta que se gastan una millonada en la peluquería de cada día solamente porque pueden hacerlo.

Habrá muchas mujeres arriba y abajo en la sociedad que verán más allá de sus trucos publicitarios y que, aunque no los vean, serán inmunes a ellos porque les importará una mierda la opinión que el resto del mundo tenga de ellas. Porque sabrán que la opinión que cuenta es la suya, la de ellas.

Como, en este caso, la opinión que cuenta es la mía. 

Así que, señores vendedores de cosméticos ultra caros y mega maravillosos, cómanse sus campañas y déjenme en paz. Tengo mejores cosas que hacer que rascarme en medio de una curva.

3 comentarios:

  1. Creo que te equivocas, retocan a esas mujeres con photoshop, ni siquiera son mujeres reales. Lo mínimo que deberían hacer es ponerlo, decirlo y no dejar que nuestras niñas piensen que pueden alcanzar ideales de belleza creados por ordenador.

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    1. Tienes razón, muchas de esas mujeres son puro potochof y completamente de acuerdo en que deberían decirlo en letras bien gordas.

      Pero mujeres hermosas las hay, y muchas usan esa belleza para trabajar como modelos, lo cual es muy respetable. Lo ya no tan respetable es que sus contratantes las usen para promocionar productos que no usan ni les hacen falta y nos quieran hacer creer que son guapas porque usan el producto que promocionan. Eso es publicidad engañosa, ergo no punible.

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    2. Joo, quería decir punible, no "no punible". Aunque, bien mirado...

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