viernes, 27 de julio de 2012

¡Y efectivamente!

La vida tiene algunos momentos en los que uno sólo puede decir, ¡efectivamente! Lo he comprobado. Por supuesto, esa exclamación viene dada por el diálogo interno del emisor. 

Algo así como cuando uno sale del trabajo hecho una puta braga pero contento porque le ha cundido y porque, coño, tiene trabajo, que no es poco con los tiempos que corren, y se sube al coche pensando que llegará a casa, querrá tirarse en el sofá un ratito, quizás mirar la tele (que no verla, que eso duele y es criminal para las neuronas), hacer el amor con el/la churry y echarse entre pecho y espalda un buen par de cervezas bien fresquitas. Eso sería lo ideal, pero somos realistas y el que se sube al coche lo hace pensando que tiene que pararse a comprar en el súper comida para el perro, que el/la chati seguramente también está currando (con suerte) y que por tanto los críos han tenido tiempo y ocasión para liarla parda mientras estaban solos, porque la escuela de verano está muy cara y los canguros, más. 

¡Y efectivamente! (Y piensa: ¿por qué no me vasectomicé, por qué, por qué?).

Llega a casa el susodicho y se encuentra un cristo: los críos emplumados, el perro aterrorizado y escondido en la carbonera, la cocina a medio arder y los coches de la calle bombardeados con los huevos de la nevera con los que contaba para cenar. 


O, en un plan más sencillito, una está preparando la comida y algo le chirría y después de darle unas veinte mil vueltas en la cabeza cae en la cuenta de que no ha visto  los spaghettis, por ejemplo, y recuerda que no compró y le van a hacer falta. Le entra el pesimismo/realismo bien informado y va a la despensa segura de que no va a encontrar.

¡Y efectivamente! (Consejo: Opta por los macarrones).

O, ya en plan más personal, que para algo esto es mi blog, hace muchos, muchos años, en un reino junto al mar... Perdón, eso es de Radio Futura (basado en Edgar Allan Poe, lo sé, cacho frikis). ¿Por dónde iba...?

Ah, sí. Hace muchos años, en mi islita mediterránea que el día menos pensado se me va a hundir porque alguien va a quitar el tapón (y no seré yo, cafres), la vida me dio una lección de eso, de vida, y mi novio de aquél entonces me dejó por otra. Recuerdo que la primera noche lloré amargamente, abrazada a mi madre y quejándome de que yo lo quería (¡JA! Si hubiera sabido lo que es querer...) y de que la vida era injusta (al menos aprendí eso, ya es algo) y de que me quería morir (menos mal que eso sólo era retórico) y todas esas cosas que se dicen cuando el primer amor se va a la mierda y la pilla a una desprevenida. 

Fue un 31 de agosto de 1997. Recordaré la fecha toda la vida porque, al día siguiente, va mi madre y viene a despertarme toda alborotada y me dice: "¡Corre, hija, levántate, que se ha muerto Lady Di!". Y yo recuerdo que pensé que por más que corriera no la iba a resucitar y me di media vuelta en la cama. A todo esto, en aquel momento hacía seis meses que se había muerto un hermano mío y, qué queréis, lo de Lady Di me dio mucha pena (y mucho ascazo por el tratamiento mediático que se hizo de lo que ocurrió), pero yo ya sabía que, si no me había muerto de pena por la muerte de mi hermano, por la de Lady Di, menos. Y, porque te deje un novio de adolescente, tampoco.

¡Y efectivamente!

Recuerdo que, ese mismo año, más o menos un mes después, escribía en mi diario que me sentía fatal, que echaba muchísimo de menos a mi ex y que me parecía que la añoranza me iba a explotar en el pecho (sí, en aquella época escribía esas cursiladas hasta en mi diario, efectivamente), que el amor era una enfermedad consuntiva  (¿se escribe así?) porque me hacía sentir débil y paparruchadas varias. En un destello de intuición, dejé mi diario con una frase muy digna de mí: "y todo este vómito de cursiladas para que al final todo sea porque me tiene que venir la regla".

¡Y efectivamente! (Lo escribí en mi diario al día siguiente).

Si algo tiene una servidora es un sentido práctico (que otros llaman sangre fría) para tumbar tanques Sherman. Lo he tenido siempre.

Recuerdo, por ejemplo, una vez que ese hermano mío que murió, cuando aún estaba vivo (si lo hubiera hecho muerto dudo mucho que me lo hubiera tomado con tanta calma), estaba arreglando un enchufe y vino a decirle no sé qué a mi madre, que hablaba conmigo. En ese momento, con el cable pelado en la mano, se puso blanco, se tambaleó y se fue redondo al suelo delante de nosotras dos.

Mi madre, que de sangre caliente anda sobrada, se puso a llamarlo a voces, como si uno que se acaba de desmayar fuera a levantarse desempolvándose los pantalones y pidiendo perdón cuando le gritan. Yo me limité a dar una voz para que mi madre se callara, le expliqué que le había dado una lipotimia y que había que llamar al médico.

Mi madre, aterrada, decía que no, que mi hermano tenía un cable pelado en la mano y que se había electrocutado. A lo cual yo repliqué que mi hermano no era tan idiota como para ponerse a arreglar un enchufe sin desenchufarlo primero. Mi madre insistió y yo fui a verificar que no me equivocaba...

¡Y efectivamente! El cable estaba desenchufado y había sido una lipotimia. Soy un crack.

Volviendo al plano personal, hace poco rompí con mi novio de los últimos dos años. Las razones no vienen al caso, ocurrió como ocurren muchas cosas que una no había previsto... Bueno, vale, esto se veía venir, pero sólo en los dos últimos meses. De todas formas, previsto o no previsto, ocurrió como ocurren esas muchas cosas que una no tiene previstas, porque tienen que ocurrir y ya está. 

Al principio, la verdad es que me sentí de puta madre. Suena triste, pero me había quitado un peso de encima. Mi tiempo era mío y ya no tenía que tener en cuenta a nadie para hacer lo que me pareciera (bueno sí, a la miniyó y a mis pes, pero ya nos entendemos). Ya podía quedar con mis amigos sin preocuparme de que mi novio se durmiera, o ir al cine con la miniyó sin preocuparme de que la película le gustara, o ir al parque sin tener que llamarlo por si se quería venir... Esas cosas.

También debo decir que mi sentido práctico se había sentado a un lado, con un bol de palomitas de tamaño familiar, esperando a que me diera el yuyu, me llevara las manos a la cabeza y gritara: "¡DIOS MÍO, ¿PERO QUÉ HE HECHO?!

Cosa que, extrañamente, no ha ocurrido. Jeje, creíais que iba a poner "¡Y efectivamente!" otra vez, ¿eh? Pues no, para mi propia sorpresa. Mi propia sorpresa porque mi sentido práctico suele tener razón y ya se ha acabado las palomitas y ha hecho su coreografía de fruncir el ceño, cruzar los brazos, golpear el suelo rítmicamente con los pies y ha acabado tirando la toalla. Así que mi sentido práctico y yo nos hemos hermanado en asumir que, quizás, las cosas han ido como tenían que ir.

Claro que sigue habiendo veces en que hecho de menos a mi ex. Para la cama, diréis. Y no, lo hace/hacía bien, y justo ahora ya lo tenía enseñado, pero no, el sexo es lo que menos echo de menos. Entonces la compañía, la conversación, las risas...

¡Y efectivamente! Lástima que con mi ex eso sólo durara seis meses...

En fin, que esto se acaba, porque una no puede pasarse el día tecleando y poniendo chorradas en un post, aunque sea para reírse de una misma, que es muy divertido, pero ocupa su tiempo. Así que, por hoy, sus digo adiós.

Por cierto, esto no viene a cuento ni nada, pero es importante para mí. Ya tengo el quinto de "Canción de Hielo y Fuego": "Danza de Dragones". Estoy releyendo la saga y voy por el segundo, y me he enterado de que ha salido el quinto (después de cuatro jodidos años mordiéndose las uñas por saber qué coño está haciendo Tyrion y dónde putas se ha metido, entre otras muchas preguntas), y me ha faltado tiempo para irlo a comprar. Es una monada en dos volúmenes como el tercero, "Tormenta de Espadas". Y seguro que pensáis que me ha faltado tiempo para dejar el segundo y empezar directamente por el quinto, sin pasar por la casilla de salida ni nada.

¡Y EFECTIVAMENTE!

3 comentarios:

  1. Me he dicho "verás como en este post tampoco enseña las tetas". ¡Y efectivamente!

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