Oh, sí, "si la mujer está más desprotegida hay que protegerla especialmente", dicen.
"A la mujer la maltratan porque hay una situación de desigualdad en España", dicen.
"Es lamentable que no haya entendido por qué las mujeres son víctimas de la violencia de género", le dice Antonio Hurtado, del PSOE, a Marta Rivera, de Ciudadanos, porque tuvo la "insensatez" de decir que "tan terrible es para un niño que su padre mate a su madre como que su madre mate a su padre".
El que no lo ha entendido, señor Hurtado, es usted, pero no se preocupe, que yo se lo explico: la mujer es víctima de la violencia de género porque los maltratadores son unos p*tos maleducados de tres pares de c*jones. Y no maleducados que no sepan estar, que saben, o porque no tengan estudios, que también tienen.
Son maleducados porque creen que todo es gratis y nunca se han enfrentado a una negativa firme por parte de sus educadores (ya sean padres, maestros o lo que sea) que les haya enseñado a lidiar con la frustración. Si remontamos en la vida de esos hombres maltratadores, la mayoría de ellos habrán sido niños mimados en su infancia, mimados y consentidos y que nunca han oído un no.
"¡Pero bueno!", me dirán, "¿y la cantidad de maltratadores que en su infancia no han tenido casi ni para comer y han tenido que oír que de lo que quieren no hay porque no hay con qué pagarlo?".
Correctísimo, háylos, y no son pocos.
Pero no hay pobre, por pobre que sea, que no pueda distraer un céntimo (o una peseta, según la generación) para ese pequeño detalle (o pedazo de bici con doce marchas, cuadro de aluminio y sillín ergonómico) que nuestro pequeñín ha pedido para su cumpleaños, o para Navidad, o para final de curso... Porque muchos de nosotros hemos pasado penurias económicas y escasez de determinadas cosas y hemos querido que nuestros hijos tuvieran todo lo que nosotros no tuvimos, así que nos apretábamos un poquito más el cinturón y conseguíamos con sangre, sudor y lágrimas lo que nuestros hijos nos habían pedido con tanta ilusión.
Pero a ellos no les costaba nada.
Muchos de ellos, también, son violentos porque no han visto otra cosa en sus casas y, ¡qué coño!, son machistas y la mujer sólo sirve para lo que sirve y sólo falta que le venga en gana decidir algo con lo que yo no esté de acuerdo. ¡Si, hombre!
Y otros son violentos porque es una forma rápida y eficaz de conseguir lo que quieren. Los torturadores de todas las culturas lo han constatado a lo largo de mucho tiempo: hazle daño suficiente y con tal de que pares hará lo que quieras. Es decir, son violentos porque les ahorra argumentar y discutir y, además, obtienen lo que desean sin esforzarse demasiado.
Es decir, maleducados y vagos (joder, vaya perlas de tíos).
Por eso, cuando un maltratador tiene una víctima fija (pareja o hijos, o incluso otros familiares o personas afines), que de repente esa víctima se plante y diga que no es algo que el maltratador no puede tolerar. Porque el maltrato, en cualquier forma y cultura, no tiene que ver sólo con frustraciones y machismo y pereza: el maltrato es, sobre todo y ante todo, una forma de poder. Y a nadie le gusta que le priven de su poder, por pequeño y miserable que éste sea (como los políticos, mire usted).
Cuando una víctima de maltrato consigue salir de esa espiral de dolor y baja autoestima que el maltratador le hace vivir, el maltratador de repente se encuentra con que no es más que cualquier hijo de vecino, un mindundi cualquiera que se gana las habichuelas ocho horas al día cinco días por semana (si tiene la suerte de tener trabajo y un jefe medio razonable).
Mientras tiene víctima, un maltratador es alguien. Y no solamente es alguien (o se siente alguien), además puede ser ese personaje encantador de quien nadie hubiera sospechado jamás que maltrataba, física o mentalmente, a su pareja o víctima de elección. Y lo es porque puede, porque sabe algo que no sólo tú no sabes, sino que ni siquiera imaginas, y ésa es otra forma de poder. Y, ya se sabe, una vez lo catas...
Ésas, señor Hurtado, y no todas ni en profundidad, son las razones por las cuales las mujeres somos víctimas de maltrato.
También hay que decir que hay más mujeres que hombres maltratados por una razón muy simple: somos físicamente más débiles que los hombres, en líneas generales, cosa que objetivamente cualquier médico puede confirmar.
Lo cual no obsta para que haya hombres maltratados por mujeres, o mujeres maltratadas por mujeres, u hombres maltratados por hombres.
Como le digo, señor Hurtado, el maltrato es una cuestión de poder, y en ambos sexos hay suficientes miserables que matarían a su madre con tal de sentirse poderosos durante cinco minutos. No hablemos ya de maltratar a cualquier otro a quien después de todo desprecian porque aguanta semejante trato.
En cuanto a la declaración de la señora Marta Rivera, usted no la entendió, pero también se lo voy a explicar. Y voy a ser muy breve, porque no tiene mucha vuelta de hoja.
Imagínese, señor Hurtado, que es un niño de corta edad, entre cuatro y diez años, pongamos por caso. Y ahora imagínese que presencia cómo su padre mata a su madre. Y, a continuación, poniéndose en la misma tesitura de edad, imagínese que presencia cómo su madre mata a su padre.
¿Es capaz de, basándose en el sexo de agresor y agredido, encontrar alguna diferencia de grado en el dolor, el horror y la impotencia que siente ese niño? ¿De verdad importa a qué sexo pertenezcan uno u otro? ¿O sólo siente el pánico y la incomprensión de ver que quien debería amar y proteger a un niño está haciendo daño a otro que debería amar y proteger al mismo niño y en la misma medida, y todo eso en presencia de ese mismo niño?
Así que dejen ya de hacer campaña con este tema y trabajen más, coño.
Imagen de http://gestaltmar.blogspot.com.es, en concreto, de este post.
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