viernes, 20 de septiembre de 2019

Politikillos

Ésta es, a mi entender, la imagen de la política española de hoy en día: los políticos se tocan los huevos a dos manos, se los tocan a sí mismos, entre ellos y, lo que es peor, nos los tocan a nosotros. Y encima les pagamos.

De los que están hoy preparándose para las segundas elecciones de este año, el próximo 20/11/2019, no hay ninguno que se salve de la quema. 

Dan vergüenza, propia y ajena. Propia porque nuestro país es lo bastante rico en gente inteligente y decente con la cabeza en su sitio (que va a ser por eso que no hay ninguno en la escena política española, ahora que lo pienso). Y vergüenza ajena porque ninguno de ellos está a la altura ni da la talla. Y, abundemos en lo malo, no están a la altura ni dan la talla porque no les sale de los huevos, volviendo a la imagen de arriba. 

Esto no es una carta para que nuestros políticos se pongan las pilas y crezcan, maduren y formen un gobierno como les hemos dicho cuatro veces ya en cuatro años. Es una carta para que se quiten de en medio, panda de mediocres de mierda, y dejen paso a gente que valga la pena. 

Queremos gente que no haya medrado a base de lamer culos y ser un pelota asqueroso, estando de acuerdo con todo dios y, por favor, Diox lo libre de expresar alguna vez alguna idea política propia, innovadora u original que demuestre capacidad de análisis y/o autocrítica (no hablemos ya de inteligencia), no sea que mande al traste todas las mentiras y mandangadas de los últimos años. No queremos trepas, chulos ni las mierdas  varias que nos hablan como si fuéramos idiotas todos los días en televisión.

Ya estamos todos en que esto que de democracia tiene lo que yo de huevo duro (hoy va de huevos la cosa), es en realidad un sistema representativo en el que cada cuatro años (en teoría) les decimos a los políticos a quién queremos dando la cara por nosotros. Pero esto no es una democracia. En una democracia, el poder reside en el pueblo y son los que efectivamente deciden. Se supone que así lo garantizan la Constitución y demás ordenamiento jurídico español. 

En realidad, votamos cada cuatro años (últimamente cada año, a este paso cada mes) y después dejamos de decidir hasta que nos vuelven a hacer la rosca y mentirnos en la cara para ver quién duerme en la Moncloa en el próximo mandato. Es decir, en realidad, el poder está arriba y nosotros nos hemos tragado un embolado que ni Notre Damme en sus buenos años. Simplemente, se han apropiado de la palabra "democracia", en un hasta ahora exitoso fraude a lo Neolengua de George Orwell (pueden encontrar las referencias en su novela "1984").

Para resumir esto de la Neolengua, era un experimento teórico (en la novela era práctico) para limitar la capacidad de la gente para pensar u oponerse al régimen político de la novela. El experimento se basaba en una simple pregunta: ¿cómo expresar algo si desconoces las palabras para ello? Era un experimento para impedir la comunicación, no para potenciarla, que es para lo que nacieron las lenguas.

En una vuelta de tuerca llena de sinvergonzonería y desfachatez políticas, nuestros políticos (y los de muchos otros países que se llaman a sí mismos democráticos) se han apropiado de una palabra y le han cambiado el significado, más concretamente, se han apropiado de la palabra "democracia" y le han cambiado el significado de "poder del pueblo" a "sistema de representantes". Y nosotros nos lo hemos tragado con cebo y caña incluidos.

Sin entrar en culpas y comodidades, nos hemos olvidado de que político (que etimológicamente viene a significar "hombre de la ciudad") equivale a mentiroso profesional, corrupto por vocación, y jeta donde los haya.

Si tuvieran que partirse las espaldas para llevar el pan a casa como quien más quien menos en este país, tendrían que vivir de la buena voluntad de sus vecinos porque la mayoría no valen ni para felpudos. De hecho, si se fueran a cagar, sería lo más productivo que han hecho en toda su vida profesional y política.

Sin embargo, sin echar palo al agua, sin servir para nada más que para abochornarnos a nivel nacional e internacional, cobran unos salarios que válgame y unas indemnizaciones de padre y muy señor mío, están exentos del Régimen General de la Seguridad Social y se pueden jubilar con paga completa después de "cotizar" (nótese el escarnio) durante 11 años. Eh, y lo primero que se hace cuando hay Gobierno es reunirse para ver cuánto se suben el salario, esto es: antes que poner sobre la mesa cualquier asunto que realmente les interese a sus votantes, se curan el bolsillo en salud. 

Así no extraña que la hucha de las pensiones esté bajo mínimos históricos y que el país se haya empobrecido (sobre todo a nivel político) de la manera en que lo ha hecho estos años.

Siendo honestos (y no lo siento en absoluto si nuestros políticos se mueren de urticaria), lo que ha conseguido la política de nuestro país desde que empezó la crisis es que en España sólo queden garrapatas políticas, ninis y poco más. Obviamente, me incluyo en el poco más. 

No es que nos hayamos quedado los que pensamos que se puede levantar el país si le echamos huevos (siguiendo en nuestra tónica oficial de hoy), que también hay de éstos, ni los que creemos que vale la pena pelear por España con cabeza y con decencia, además de con trabajo duro (de éstos, cada vez menos). Principalmente, nos hemos quedado los que no nos podemos ir, por la razón que sea, y los que sablean nuestras arcas con la excusa de que al Congreso hay que ir bien vestido. 

Y, ahora, nótese que el sistema educativo de este país está pensado para que los que no nos podemos ir seamos cada vez más, cada vez más tontos, cada vez más pobres y cada vez más puteados. Y ellos, nuestros politi-killos, cada vez menos, cada vez más mediocres, cada vez más ricos y trabajando cada vez menos.

De todo el plantel político-mediático que se nos presenta, sólo veo a tres que valgan la pena. La señora Manuela Carmena, el señor Íñigo Errejón (no, el que buscaba vengar a su padre era Montoya, Mon-to-ya) y el señor Rufián, de cuyo nombre de pila no me acuerdo y paso mucho de buscarlo. No es que comulgue mucho con las ideas ni con la política de ninguno de ellos. Pero son los más coherentes y los que dicen cosas más inteligentes (exceptuando cuando el señor Rufián sacó una impresora en pleno Congreso de los Diputados, que no era tonto, pero, a mi entender, estaba muy fuera del fondo del asunto de aquel momento).

En fin, que queremos políticos que merezcan el nombre en su acepción etimológica original, que se lo curren y que coticen en el Régimen General de la Seguridad Social tantos años como el currito más insignificante para cobrar pensión, que no utilicen la política para asegurarse puestos de trabajo de postín y nóminas millonarias en las empresas de sus amigos, que no usen la política para favorecer a sus amigos y familiares y que no entren en política para llenarse los bolsillos con dineros que no se hayan ganado con el sudor de su frente.

Queremos políticos de verdad y democracia verdadera, y que dejen de tomarnos por gilipollas echando plumas fuera y diciendo que la culpa de la falta de pacto la tienen los demás. 

Ninguno de vosotros ha tenido intención de pactar, salvo Iglesias, quizás, y ahora todo es culpa de los otros. No, señoritos y señoritas, la culpa es toda vuestra, habéis perdido el tiempo y encima habéis cobrado.

No os pediré que devolváis el dinero por vergüenza torera, porque no tenéis, pero si alguno tuviera, podría muy bien demostrarlo.

Dejad de tocaros los huevos,  sobre todo, dejad de tocárnoslos a nosotros, y comportaos como verdaderos políticos o retiraos. Ya está bien de dejarnos a la altura del betún. 

Si vosotros sois lo mejor de España, qué bajo hemos caído.

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